Las hadas y su reino

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La creencia en la existencia tales criaturas sobrenaturales subsisten aún en algunas regiones de Europa: por ejemplo los países escandinavos, o Islandia - dónde el trazado de una autopista se desvió, con el fin de evitar un lugar habitado por las hadas.

En Francia, estudios ethnológicos [8] de posguerra habían destacado la subsistencia de tales creencias, en particular, en campaña para ancianos. Bretaña y Alsacia, debido quizá a una supervivencia de las lenguas regionales, conservaron numerosos rastros de la Plebe, en su tradición oral y su toponimia [9].

Se pueden también conectar a las hadas, a las creencias animistas de Japón para criaturas y espíritus de la naturaleza, vinculadas a la mitología shinto.

En la cultura moderna, se puede también encontrar la prueba de la perpetuidad de estas creencias (o de un resurgimiento) en los cultos neopaganistes o neodruidiques.


Reino de hadas
En el folclore, se hicieron numerosas clasificaciones con respecto al Pequeño Pueblo de las hadas. Una del la más influyente es la división ciertamente entre el Tribunal Seelie (o a veces Tribunal del Sido o de las Luces) y el Tribunal Unseelie (o a veces Tribunal del Invierno, o de las Oscuridad), según el folclore escocés [10]. El therme seelie viene del gaélico y significa “bendecidos” (unseelie= “no bendecidos”).

Otros
El otro es la distinción entre las hadas que viven “en tropa”, y las hadas “solitarias” [11], distinción emitida, en particular, por William Butler Yeats [12].

Estas distinciones se utilizan todos los dos para caracterizar a las “hadas”, oídas en el sentido de todas las criaturas sobrenaturales; elfos, pixies, ogros, gnomos… Acentúan la particularidad de las hadas, y se diferencian de una distinción más manichéenne (más moderno quizá), presentan en los folclores escandinavos y escoceses, que transponen sobre el Pequeño pueblan los valores de una moral humana (bien, mal), y los diferencian entre criaturas “benévolas” y “malévolas”.

Katharine Mary Briggs tiene en cuenta que una tercera distinción puede considerarse; la de las hadas “domésticas”, que viven en las residencias humanas